Dicen que es una tradición en el norte de China y las familias adoptantes - venga del país que venga nuestro hijo- la estamos perpetúando en muchos rincones del mundo.
Esta es la historia:
"Cuentan que la última emperatriz de la dinastía Quing fue una concubina más hasta el día que tuvo la suerte de dar al emperador un hijo varón. El único hasta entonces. Durante un tiempo se vio obligada a dejar solo a su hijo y para protegerle de las viejas esposas del emperador y obligar a las poderosas familias Manchúes a cesar en su empeño de reclamar el trono, concibió un astuto plan.
Pidió a cada uno de los jefes de los cien clanes más poderosos del Imperio una bobina de la mejor seda. Encargó a los tejedores del palacio que hilaran la seda y ordenó a los costureros a cortar las piezas grandes en pedacitos pequeños y con esos trozos mandó hacer un traje para su hijo. De este modo, simbólicamente, el heredero pertenecería a todas y cada una de estas cien nobles y poderosas familias. Y bajo su protección nadie osaría hacerle algún daño".
En algunas zonas del norte de China esta leyenda se ha convertido en una tradición. Son muchas las madres que cuando esperan un hijo/a deciden que tengan un Bai Jia Bei.
Para ello, invitan a 100 amigos, vecinos y familiares a contribuir con un retal de tela que acompañarán de un deseo para el recién nacido. Los 100 trozos se cosen convirtiéndose así en una colcha que, dicen, contiene la Suerte, la Energía y los Buenos deseos de todos aquellos que han contribuido a su confección.
Mis tres hijos ya tienen cada uno su colcha de los 100 Deseos y ahora, durante esta larga espera -más de dos años- decidí hacerle una a la pequeñina que esperamos.
Amigas "colcheras", amigas de "cosimientos", amigas cercanas y lejanas (en la distancia, pero no en el corazón), están contribuyendo con sus retales llenos de cariño a que mi niña, cuando llegue encuentre una colcha cosida con el amor de muchas manos y bajo el calor de muchos soles.
Gracias, gracias a todas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario